Aparentemente, de vez en cuando los adultos se toman el tiempo de sentarse a contemplar el desastre de sus vidas. Entonces lamentan sin comprender y, como moscas que chocan una y otra vez contra el mismo cristal, se inquietan, sufren, se consumen, se afligen y se interrogan sobre el engranaje que los ha conducido allí donde no querían ir. "¿Qué ha sido de nuestros sueños de juventud?", preguntan con aire desencantado y satisfecho. "Se han desvanecido, y cuán perra es la vida...".
Odio esta falsa lucidez de la edad madura. La gente cree ansiar y perseguir estrellas, pero terminan como peces de colores en una pecera.
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